Las nuevas tecnologías e Internet han cambiado las reglas del juego tanto para la industria discográfica como para la publicidad. Las ventas de soportes físicos han descendido mientras que las ventas de los nuevos archivos digitales no compensan las pérdidas, según informa Promusicae (Asociación de Productores de Música en España) en sus comunicados sobre las ventas de música. Internet comenzó siendo una amenaza para la industria discográfica, pero en la actualidad todos los sectores implicados en esta industria entienden que la Red es una oportunidad para el desarrollo del sector. Por ello, observaremos cómo el proceso de producción de la industria discográfica se acerca cada vez más a la industria de la publicidad que al de otra industria, puesto que en el nuevo modelo de negocio la industria de la música utiliza el disco, los conciertos, el cine, la televisión,... como soporte del mensaje publicitario.
Imagen tomada en el Rock Shop del Hard Rock Café de Londres, una manera de vender comida a través de la experiencia de la música |
Nos encontramos en un momento en el cual la industria discográfica y la publicitaria se encuentran redefiniendo sus respectivos modelos de negocio. En el caso de la industria discográfica, las nuevas tecnologías e Internet han provocado un cambio en el modelo de negocio de la industria discográfica que ha desestabilizado el negocio tradicional. El nuevo entorno digital ha originado una desmaterialización y pérdida de valor del soporte y un efecto de desintermediación entre productoras y consumidores. Las discográficas observan cómo empresas ajenas al sector penetran en el proceso de producción y distribución musical. El punto de encuentro de los amantes de la música se ha trasladado de la tienda de discos a Internet: redes sociales, la web de la banda, las actuaciones en directo,… El acceso gratuito a los contenidos musicales gracias a las tecnologías de intercambio de archivos P2P (pear to pear o persona a persona) ha revolucionado el antiguo modelo de negocio. En la actualidad existe un nuevo modo de relacionarnos con la música. La web y las redes sociales permiten a los usuarios mantener una relación más estrecha y emocional con los artistas. Se ha abierto todo un universo de posibilidades para acceder a los archivos musicales que consiguen que los fans se sientan más cerca de sus ídolos sin poseer ningún soporte físico y que se impliquen en la lucha por la consecución del éxito de su banda preferida.
En cuanto a la publicidad, las grandes audiencias, su bien más preciado, se han fragmentado y, por ello, el anunciante busca estrategias que le ayuden a conectar con un consumidor más disperso y exigente. La publicidad, intentando ser más efectiva, se transforma en música y, por lo tanto, en cultura. Las marcas cuyo target orbita alrededor del universo discográfico buscan en la música estrategias efectivas, pero no sólo para que una melodía acompañe a un anuncio, sino para identificarse como música. Convertida la marca en música (y en cultura), el receptor consume musicidad (música con función estética y publicitaria). Este fenómeno, por un lado, está activando la industria discográfica, porque las marcas ofrecen a los artistas canales alternativos de producción y distribución musical. La marca se convierte en musicidad que impacta en un público ávido de consumir contenidos culturales pero hastiado de publicidad convencional. Los artistas, seducidos por las marcas, interpretan para una publicidad culturizada, puesto que el soporte ha dejado de ser la principal fuente de ingresos de unos artistas que buscan nuevos modelos de explotación del negocio que compensen las pérdidas causadas por la caída de las ventas de soportes físicos.
La musicidad se presenta así como un estímulo para el negocio de la industria musical y publicitaria.