Musicidad es música y publicidad, es una relación simbiótica entre marcas y bandas. Pero ante todo es descubrir, interpretar mensajes persuasivos o seductores, es compartir mi pasión por la música y la cultura.
Hace unos días asistí ana actuación y firma de discos de Suede en la tienda de discos Rough Trade de East Lodon. Después de trabajar siete años en Fnac comprobé que esta estrategia sigue siendo infalible para vender discos. No es normal que las bandas consagradas desciendan de los cielos. Ver a Suede, uno de los bastiones del Brit Pop de los noventa, de nuevo en harina y luchando contra el olvido me invitó a reflexionar. Los singles, los vinilos y los CD's no desaparecerán aunque su contenido lo podamos encontrar gratis en Internet. Quizá sirva este razonamiento semiótico: en ocasiones no compramos cosas que necesitamos, más bien las adquirimos por lo que significan, por su valor simbólico, porque nos transportan a nuestro estilo de vida ideal. Para muchos melómanos, el contacto con el disco sigue siendo espiritual y en esta tienda de discos la liturgia sigue viva. No fue solo una firma de discos, fue un regalo para los fans. Durante 45 minutos tocaron temas nuevos y sus grandes éxitos. A pesar de sus idas y venidas, Suede lleva 24 años en la escena musical y la nostalgia atrajo a muchos de sus eternos y maduros fans. Tras la actuación, todos los fans disfrutaron del minuto de gloria con sus ídolos: confesión, amor y pose para Instagram. Una vez más fui testigo de por qué las marcas quieren tener fans, ser como Suede (y Suede ser como las marcas) y así: - Ofrecer experiencia emocional: Un disco de Suede suena igual firmado o no, pero el contacto físico con tu ídolo es una vivencia difícil de explicar, es un fan fidelizado. Y en estas andan las marcas, detrás de convertirse en experiencia para evitar ser rechazadas. - Demostrar su humildad: Después alcanzar lo más alto en los noventa bajan de los cielos para conversar con sus apóstoles. Justo esto es lo que buscan muchas marcas, conversar con sus targets, humanizarse para merecer la amistad de sus consumidores (de su producto, o de su imagen). Quieren tocar, palpar y dejarse acariciar.
En cuanto a Suede, siguen en perfecto estado, físicamente han madurado bien, como los buenos vinos. Tuve la suerte de disfrutar de un directo muy especial el pasado Low Cost Festival pero he de confesar que me gustaron más en las distancias cortas, aunque como dice Eduardo Viñuela, no se puede subestimar el paratexto y Londres te invita a soñar, a pesar de la soledad.
Londres, la ciudad en la que habito, me ha presentado hoy dos libros con los que me ha sido muy fácil intimar: "The communist manifesto" prologado por mi admirado y recientemente desaparecido Eric Hobsbawn y una antología poética de Leonard Cohen. Con ellos he celebrado el día de la poesía, ya que no sentía el calor suficiente para celebrar el día de la primavera. Después de trabajar durante 7 años entre discos y libros echaba de menos el contacto físico con el papel y el plástico, el aquí y el ahora, vencer al verdugo pantallizado. Sucedió en Rouch Trade, una especie de fábrica de East London reconvertida en tienda de discos, libros y sala de conciertos independiente. Nos hemos encontrado después de una actuación y justo antes de abandonar el lugar. Así, uno al lado del otro, era difícil resistir la tentación. Ni Hobsbawn, Marx, Engels ni Cohen son nuevos para mí pero releer es una aventura que ayuda a descubrir nuevos significados, así que me he dejado seducir. Los ambientes acompañan para tomar decisiones y los estados de ánimo influyen en la interpretación de los mensajes. Hoy para mí todo era poético, musical y revolucionario. En la era de la difusión de mensajes virales vuelvo la vista atrás para imaginar la primavera de 1847, momento en el que se propagó el panfleto político más influyente escrito hasta nuestros días, según explica Hobsbawn. Todo lo que denuncia el manifiesto me es incómodamente familiar. Cuenta Hobsbawn que no se ha producido ni la caída de la burguesía ni la victoria del proletariado. Pero ¿quién es hoy en día el proletariado? Discutía con amigos hace unos días que en nuestra sociedad todavía existe diferencia entre la clase obrera y las profesiones liberarles. Había opiniones contrarias. Hoy leo que para Hobsbawn los ejecutivos de grandes corporaciones también son el proletariado de la actualidad. Ahora entiendo por qué no se cumplieron los pronósticos del Manifiesto Comunista y por qué nunca se cumplirán. De todos modos me gusta soñar, y danzar y más si es al ritmo de esta poesía de Leonard Cohen: Dance me to the end of love