Londres, la ciudad en la que habito, me ha presentado hoy dos libros con los que me ha sido muy fácil intimar: "The communist manifesto" prologado por mi admirado y recientemente desaparecido Eric Hobsbawn y una antología poética de Leonard Cohen. Con ellos he celebrado el día de la poesía, ya que no sentía el calor suficiente para celebrar el día de la primavera. Después de trabajar durante 7 años entre discos y libros echaba de menos el contacto físico con el papel y el plástico, el aquí y el ahora, vencer al verdugo pantallizado.
Sucedió en Rouch Trade, una especie de fábrica de East London reconvertida en tienda de discos, libros y sala de conciertos independiente. Nos hemos encontrado después de una actuación y justo antes de abandonar el lugar. Así, uno al lado del otro, era difícil resistir la tentación. Ni Hobsbawn, Marx, Engels ni Cohen son nuevos para mí pero releer es una aventura que ayuda a descubrir nuevos significados, así que me he dejado seducir. Los ambientes acompañan para tomar decisiones y los estados de ánimo influyen en la interpretación de los mensajes. Hoy para mí todo era poético, musical y revolucionario.
En la era de la difusión de mensajes virales vuelvo la vista atrás para imaginar la primavera de 1847, momento en el que se propagó el panfleto político más influyente escrito hasta nuestros días, según explica Hobsbawn. Todo lo que denuncia el manifiesto me es incómodamente familiar. Cuenta Hobsbawn que no se ha producido ni la caída de la burguesía ni la victoria del proletariado. Pero ¿quién es hoy en día el proletariado? Discutía con amigos hace unos días que en nuestra sociedad todavía existe diferencia entre la clase obrera y las profesiones liberarles. Había opiniones contrarias. Hoy leo que para Hobsbawn los ejecutivos de grandes corporaciones también son el proletariado de la actualidad. Ahora entiendo por qué no se cumplieron los pronósticos del Manifiesto Comunista y por qué nunca se cumplirán. De todos modos me gusta soñar, y danzar y más si es al ritmo de esta poesía de Leonard Cohen:
Dance me to the end of love
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